Los cómics deben ser inteligentes. Los cómics deben ser graciosos. Los cómics deben ser buenos. Los cómics para leer en la micro o el metro o mientras cagas deben ser como Predicador.
Y aquí debo hacer una salvedad.
Me fascina Predicador como idea general: un western postmoderno y pichulero a lo Robert Rodriguez. Zombies a lo Clint Eastwood. Fantasmas de Jhon Wayne. Vampiros buenos para nada. Una mina rica con cojones gigantescos. Y un red neck como el más grande de los red neck. No tengo grandes objeciones a al obra en lineas generales. Y si bien al final agota el guiño de burla a la cultura popular norteamericana sortea el tema con cierta magistralidad literaria que nos recuerda a Tarantino o a Bukowski. También esta la puesta en página siempre efectiva y consisa de Steve Dillon y las aberrantes y adictivas portadas de Glen Fabry. Pero seamos sinceros: Predicador no es más que la historia de un niño irlandés realizando y viviendo su sueño americano. En formato Vertigo. Pero sueño americano. ¿Cierto, Mr. Garth Ennis?.
Y que me perdonen el resto de los secundarios pero desde el N°26 en adelante la coleccioné única y exclusivamente por Herr Star.
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